domingo, 29 de enero de 2012

POLIÉDRICA, de Carmen Ramos

El nuevo trabajo de Carmen Ramos, Poliédrica, editado por Ediciones En huida, es una obra que recorre las habitaciones vacías del alma definiendo con acierto el espacio diáfano de la soledad  y el polvo que se aposenta sin compasión.


Nunca dejo abiertas las puertas de los armarios
tengo miedo a que tu recuerdo se desvista 
y huya desnudo.

Carmen Ramos escruta la plenitud de un tiempo pasado, a sabiendas que esta sensación es el hallazgo imperecedero de la evocación a través de la pérdida.

Algunos quedaron allí
subidos para siempre en la escalera
con los ojos llenos de piedras.

Tomando a los poliedros como cuerpos que estructuran y dividen el poemario en cuatro partes  diferenciadas, la autora incide en la complejidad existencial pero desde una mirada fraternal.

...como si desde las cavernas 
todos llorásemos por las mismas penas 
todos riéramos, juntos, todos, ruidosos.

La simbología geométrica de caras y planos superpuestos y yuxtapuestos, colinda con la emoción y sus diferentes registros desde el inconformismo contenido, “Porque las emociones se gestionan como si fueran / recibos cargados mensualmente en tu cuenta / Porque no se nos permite la rabia, el pataleo o el dolor por la muerte de mi sangre”, el amor que quiebra el hastío, “Yo crecía enredándome en tus pies / asaltando tu pecho, rodando por tu espalda / para, tenue, florecer al fin en la punta de tus dedos” o el gesto indócil de congraciarse con la trivialidad anodina, “Hoy podría morir / Pero me niego a hacerlo”.

Sin mohín ni artificio, su voz se expresa desde la actualidad para la actualidad, bajo el ceño de la poesía social.

Una hormiga tardaría
una vida en cruzaros.
Y son las plazas 
(Tiannamen, 
El Zócalo, 
San Wenceslao en Praga 
o la de viejo Ayuntamiento de Río Tinto )
lugares donde 
un solo hombre intenta 
cambiar la historia”.

Incluso, con un desprendido y generoso acto de integridad poética, calibra, con oficio estilístico y punzado análisis, ciertos derroteros poéticos de pose y barniz, de los que se distancia “Crear versos a ser posible con sabor a tabaco y Johnny Walker / y sufrir en intensidad máxima / No deben faltar, para completar el atuendo y la postura, / la risa sin domesticar, / la noche falsa colgada a los hombros”.

Una obra que arrulla al verso, a sabiendas que sólo el tacto impreciso, errabundo y ciego en la oscuridad de la creación, puede encender la tea para que el camino poético se defina en su propia naturaleza íntima y recóndita como, a modo de ultílogo, esta obra expresa.

Un poema
hecho de silencio
como un gorrión 
palpitando en mis manos.

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